viernes, 3 de julio de 2009

Luis Siret, zahorí de arcanos

Ése es el epitafio que adorna su discreta tumba del cementerio de Águilas, y hacía mucho tiempo que no leía unas palabras tan acertadas. El tesoro que Luis Siret buscaba entre las montañas de Murcia y Andalucía era realmente un arcano con muchísimos de años a sus espaldas, unos 4.000. Siret fue el descubridor de la cultura argárica, un tipo de poblaciones de la Edad del Bronce.



Aunque su apellido parece catalán, Luis Siret y su hermano Enrique eran belgas. Ambos vinieron al sur de España a finales del siglo XIX, a trabajar en el trazado del ferrocarril, porque eran ingenieros de minas. Un día les pasó lo que suele pasar, lo que acaba de pasar con el mamut encontrado en las obras de la autovía a Cartagena: encontraron huesos y cerámica. Aquello cambió sus vidas.




Los argáricos enterraban a sus muertos en el interior
de grandes vasijas de cerámica


Los hermanos Siret descubrieron un montón de yacimientos arqueológicos, en Murcia, Granada, Almería... uno de ellos, el de El Argar, dio nombre a toda una subcultura. Por Lorca también tenemos uno, en la zona de Almendricos. Además de sus descubrimientos en este tipo de poblaciones, se le considera el creador de la arqueología moderna: algunos de sus avances revolucionaron una técnica que, recordemos, en el siglo XIX aún estaba en pañales. A nuestros tatarabuelos les importaba muy poco rebuscar bajo la tierra a ver si encontraban algún hueso. Los grandes descubrimientos, tumbas, momias, vasijas... y los fósiles de los dinosaurios, millones de años anteriores a nosotros, se hicieron entre el siglo XIX y el XX.


Siret sacó la conclusión, que ahora nos parece obvia, de que los restos que están más abajo son más antiguos que los de arriba. Es el fundamento de la estratigrafía. ¿Y eso por qué? Por la ley de la gravedad. Parece de Perogrullo, pero ya acabo de decir que, en sus tiempos, la arqueología estaba en mantillas.

Esta semana, una comisión del pueblo almeriense de Cuevas del Almanzora, en el que residió durante medio siglo, ha visitado su tumba en Águilas para rendirle homenaje, coincidiendo con el 75º aniversario de su muerte, y el 150º (el sesquicentenario) de su nacimiento. Los alcaldes de ambas poblaciones realizaron la ofrenda floral ante su tumba, acompañados por una veintena de profesores y estudiosos de su obra.



Una cruz, y una réplica de uno de los vasos campaniformes típicos de los yacimientos arqueológicos. El epitafio que le define como "zahorí de arcanos", y una modesta corona como muestra de respeto. Después de media vida bajo el sol almeriense, su mujer decidió que les enterrasen en Águilas porque le gustaban sus costas.

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