lunes, 7 de diciembre de 2009

La dignidad del Sáhara y la indignidad de España

El Gobierno de España, y el Partido Socialista, afirman que no comprenden por qué Marruecos "nos está tratando así". Esto es, por qué nos han pasado la patata caliente de la saharaui Aminatu Haidar, que lleva tres semanas en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote.

¡Que Mahoma nos coja confesados! Yo hasta ahora pensaba que todo el espectáculo que estamos dando, la sumisión a Marruecos, el pasarnos por el forro los Derechos Humanos e infringir incluso nuestra legislación aduanera, respondía a una estrategia que entregaba nuestra dignidad a cambio de inversiones marroquíes. Pasamos del Sáhara, nos convertimos en palanganeros de los marroquíes, aceptamos que nos cuelen sin visado de entrada a una dirigente política del Estado del Sáhara, nuestras antiguas provincias invadidas por Marruecos cuando se iban a convertir en un país independiente como el resto del continente africano... tragamos con sus productos de inferior calidad, sin la menor garantía, pero por eso mismo más baratos... hacemos la vista gorda a una de las mayores dictaduras del continente africano, que todos los días vomita en forma de patera centenares de ciudadanos hambrientos y mal vestidos... pero todo eso lo hacemos por pasta, porque media docena de empresas han instalado el chiringuito en el país. Lógica siniestra, lógica deshumanizada, pero al fin y al cabo lógica.

Pues ahora resulta que no. Que nuestros gobernantes no estaban actuando, en el caso de Aminatu, por interés político, sino sencillamente por estupidez. Porque no se habían dado cuenta de las consecuencias de dejar entrar, de forma ilegal, a una luchadora política expulsada también de manera ilegal por defender a su país.

Parafraseando a Agatha Christie, aquí podríamos hablar de una Tragicomedia en tres actos.

PRIMER ACTO

(Interior noche. Un ministro marroquí, con su traje de Armani, su peluco de oro y un cigarrillo de la risa, sentado en un sillón de cuero, teléfono en mano. A sus espaldas una docena de desharrapados tratan de arrancar el motor de una patera).

TAHIB: Oyes, Miguel Ángel, hacednos un favor y dejar que pase esta morita, que a Mohammed VI le va a gustar el detalle.

MIGUEL ÁNGEL (en off): Pues claro que sí, amigote, que pase por la puerta falsa, que total, una más...


SEGUNDO ACTO

(Exterior día. El mismo ministro, en el puerto, viendo con satisfacción una hilera de camiones cargados hacia España con naranjas, tomates y demás productos, tratados con pesticidas y recolectados por unos cuantos céntimos por los adolescentes de las aldeas. Coge su teléfono móvil. Se escucha la voz en off del acto anterior).

MIGUEL ÁNGEL: Oye, Tahib, que soy yo. Que la morita que entró anoche se ha puesto en huelga de hambre en nuestro aeropuerto. Dice que la habéis expulsado por defender al Sáhara.

TAHIB: Buajaja os hemos colado a la independentista que nos estaba tocando las narices. ¡Ahí queda eso!

MIGUEL ÁNGEL: Oye, no nos hagáis esto, que ahora somos nosotros los que no sabemos cómo quitarnos el problema de encima...

TAHIB: ¡Hasta la vista, pringaos! (zapateado a lo Homer Simpson cuando se escapa del banco).


TERCER ACTO

(Interior día. Palacio de la Moncloa. Zapatero y Moratinos hablan en un rincón, en voz baja y suspirando. La Pajín, la Chacón, la Salgado y la media docena de ministras que no conoce nadie hacen pucheros, mientras la media docena de ministros que no conoce nadie miran hacia abajo y cabecean).

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

MIGUEL ÁNGEL: Nos dijeron que hiciéramos la vista gorda, y nosotros la hicimos, como siempre... pero esta vez se han pasado...

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

MARÍA TERESA: Han llamado los republicanos de Izquierda Unida. Dicen que le van a pedir al rey Juan Carlos que interceda ante el Rey de Marruecos, de hermano a hermano...

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

ALFREDO: ¿Y si fletamos un avión militar y nos plantamos en El Aaiún así, a las bravas?

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

MARÍA TERESA: Oye, que me llaman del Partido Popular. No sé lo que me han dicho, porque se han puesto a reír diciendo "Cuanto peor mejor, cuanto peor mejor".

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

MARÍA TERESA: Oye, que ha llamado el President de la Generalitat. No le he entendido muy bien, porque habla un catalán con mucho deje andaluz, pero creo que Montilla va a pedir que Marruecos le retire el pasaporte español.

JOSÉ LUIS: No entiendo cómo Marruecos nos está haciendo esto. Hay que tomar una determinación.

MIGUEL ÁNGEL: Quién se iba a pensar que, a estas alturas, en Marruecos aún se tomarían en serio el coñazo ese del Sáhara.

MARÍA TERESA: José Luis, Arzálluz al teléfono. Dice que el Rey de Marruecos no es más que un buen patriota vasco.


En fin... En esta astracanada se resume la actuación española frente a la invasión del Sáhara y las actuaciones hostiles del Gobierno de Marruecos, nuestro enemigo del Sur.

El drama continuará con la muerte por inanición de la política saharaui, y la condena internacional no hacia Marruecos, sino hacia España, que seguirá sin entender nada de nada de nada...

viernes, 4 de diciembre de 2009

Siervos de Marruecos

Para empezar este artículo, y para que no haya malentendidos, quiero expresar mi respeto hacia los miles de trabajadores marroquíes que trabajan en nuestros campos, en la obra, o que comparten los pupitres de las escuelas con nuestros chavales. Vecinos, no tengo nada en contra de vosotros; es más, os compadezco por soportar la dictadura que estáis sufriendo en vuestro país de origen.

Y es que ese reyezuelo llamado Mohammed VI ha continuado con la opresión y la miseria que inició su padre, aquel Hassan II de tan ingrata memoria para los españoles y para los marroquíes demócratas. Les pondré un ejemplo. En Marruecos, publicar una viñeta con algún miembro de la familia real supone el cierre inmediato del periódico y el encarcelamiento de su director. No me refiero a dibujos procaces, como aquél de los Príncipes de Asturias haciendo el amor, que supuso el secuestro de El jueves, y que fue una decisión judicial, sino al cerrojazo arbitrario, a la docena de gendarmes que entran a bofetadas en la redacción, lo rompen todo y se llevan a los periodistas esposados a los calabozos, porque a su majestad alauita le ha molestado que hayan sacado a su primo Omar con nariz de patata.

Hace unas semanas, como respuesta a los ataques contra la prensa, nuestro periódico El país publicó una de aquellas viñetas. Las autoridades marroquíes prohibieron la venta del diario, es decir, le impidieron a una empresa española que comercializase sus productos en Marruecos. Y nuestro Gobierno, que yo sepa, no hizo nada.

Y es que el silencio cobarde y el asentimiento cómplice son una constante de la vida española, en lo que se refiere a Marruecos, desde hace muchos años.

Que ningún borrachín de barra de bar me salga con que el Caudillo sí que sabía controlar a los moros, y que si la Marcha Verde le llega a pillar más joven, digamos con ochenta años, otro gallo les habría cantado a los marroquíes. Quieto parao, no te descargues todavía la musiquita del Cara al sol, pídete otro veterano, que es cosa de hombres, y recuerda que en 1958, cediendo a los hostigamientos de las guerrillas marroquíes, el general Franco le entregó a Marruecos el territorio de Cabo Juby, y en 1969 hizo lo mismo con el Ifni, que tenía la consideración de provincia española. El bajarse los pantalones ante nuestro enemigo del Sur no se lo ha inventado la democracia.

La Marcha Verde. Es algo que sonará a los más jóvenes, que sin duda se lo habrán escuchado a sus padres con voz crispada, añadiendo que ahí los españoles traicionamos a los saharauis. Es verdad. La Marcha Verde fue el pulso que Hassan II le echó a España, a las naciones africanas y a la mismísima ONU. A finales de 1974, España se había comprometido a retirarse del territorio del Sáhara Occidental, dentro de un proceso mundial de descolonización que había dado la libertad a numerosas naciones de Asia y del África. Entonces Marruecos, que una década antes se había beneficiado de dicho proceso, vio una ocasión de oro para multiplicar su territorio, quedándose con los caladeros de pesca y los yacimientos de diferentes sustancias, como los fosfatos, que hay bajo las arenas del desierto. En noviembre de 1975, aprovechando que la situación política española se estaba desmoronando, que Franco estaba agonizando, que Juan Carlos de Borbón no sabía si se iba a convertir en Rey, si le iban a exiliar los comunistas o si iba a acabar fusilado por los propios falangistas... aprovechando que la potencia ocupante estaba bastante ocupada -y perdón por el juego de palabras-, Hassan II envió a la frontera española a muchos centenares de marroquíes, poniendo en primera fila como carnaza a las mujeres y a los niños, que en el mundo islámico, como es bien sabido, siempre han tenido tantísimo valor.

Allá se fueron ellos, aullando, con banderitas verdes y gestos de victoria, el corazón henchido de orgullo patriótico, el estómago vacío gracias a esa misma patria. Años después vendrían las interminables colas de coches esperando embarcarse desde Europa, con las bacas cargadas incluso con las sillas del comedor -todos lo hemos visto-, como hormigas que se llevan hasta la última brizna de hierba a un hormiguero vacío. Y las pateras, miles de desgraciados que escapan de la miseria, manipulados por las mafias, y que el Gobierno marroquí no puede atajar, porque el mafioso más grande, el que se enriquece, el que convierte a los policías en verdugos, es el propio Jefe del Estado, el que vive como un Rey de los de antes, de los de derecho de pernada.

Ya sabemos cómo se vive en Marruecos. Cada patera que llega nos lo demuestra, y si nosotros, como occidentales, tenemos la culpa de algo, es de tolerar que haya un gobernante que maltrate hasta ese punto a su población. A éstos no les estamos robando nosotros, éstos tienen un Rey que está chupando del bote, al que le viene de maravilla que cada vez que hay luna nueva crucen el estrecho centenares de ciudadanos hartos de pasar hambre y de que les peguen por protestar, y que una vez en tierra extranjera se convierten en exportadores de divisas, trabajando de sol a sol, hacinándose cuarenta en un piso, malcomiendo para que en sus aldeas pueda haber un pozo, un rebaño de vacas o una casa con tejado.

¿Cómo terminó la Marcha Verde? Juan Carlos de Borbón, que estaba ejerciendo las funciones de Jefe del Estado interino, viajó a nuestras provincias a ponerse al frente de nuestros soldados, a quienes se les ordenó que no abriesen fuego, que España no iba a perpetrar una masacre de mujeres y niños. Claro, aquéllos civiles desarmados no eran rojos, sino verdes. La presión funcionó, hasta el punto que pocas semanas más tarde España se retiró del territorio, y le cedió a Marruecos y Mauritania la responsabilidad de ayudar a los saharauis a crear un Estado independiente.

Lo primero que hizo Marruecos fue quedarse con una buena porción del país, y decir que aquello era suyo. De inmediato, los saharauis se levantaron en armas, fundaron el Frente Polisario, esto es, un Gobierno provisional, y proclamaron la independencia del país, al que llamaron República Árabe Saharaui Democrática. Frente a la invasión marroquí, el otro Estado encargado de mantener el orden, Mauritania, se lavó las manos y se marchó, lo que fue aprovechado por Hassan II para comerse parte de ese territorio.

Desde entonces, y hace ya treinta y cuatro años, la República Árabe Saharaui Democrática permanece casi totalmente invadida por Marruecos. Los mismos que se quejan de que las fronteras europeas estén blindadas, han construido en medio del desierto un muro, lleno de minas y alambradas, de más de 2.000 kilómetros de largo, constantemente vigilado, para evitar que el Frente Polisario pueda entrar en la zona del país invadida por Marruecos. Al Oeste de la muralla, los saharauis viven sometidos por Marruecos. Al Este hay otros miles de ciudadanos, casi todos refugiados en territorio argelino, en los tristemente famosos campamentos de refugiados. El Estado del Sáhara ha sido reconocido por casi noventa países -entre ellos Suecia, miembro de la Unión Europea-, y es miembro fundador de la Unión Africana. Tiene un Presidente que se llama Mohamed Abdelaziz. Sin embargo, la ONU está esperando, desde hace treinta años, a que haya un referéndum en que los saharauis puedan decidir si eligen la independencia, o convertirse legalmente en una provincia de Marruecos. El problema es que Hassan II, y ahora Mohammed VI, llevan años deportando al Sáhara marroquíes de otras partes del país, para dejar a los saharauis en minoría. Imagínense que entran en España cincuenta millones de franceses, y luego se celebra un referéndum para ver si seguimos siendo españoles o nos convertimos en una provincia gala.

Como no se sabe quién tiene derecho a votar en el referéndum, los marroquíes continúan invadiendo el territorio, robando sus riquezas, favoreciendo la inmigración hacia el Sáhara y torturando a los independentistas. Y los ciudadanos del Estado del Sáhara continúan, dos tercios de ellos callados en la zona invadida por Marruecos, el otro tercio en los campamentos en territorio argelino, luchando por volver a sus ciudades y a que se termine la invasión. Muchos de ellos, por cierto, todavía tienen el carnet de identidad español, igualitos a aquéllos que teníamos ustedes y yo hace tiempo, azules con la foto y la huella dactilar, porque habían nacido en las provincias africanas de España.

Uno de estos independentistas se llama Aminatu Haidar, y es la mujer que en la actualidad está manteniendo una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. Verán, Aminatu lleva toda la vida defendiendo una obviedad: que ella es saharaui, que Marruecos ha invadido su país, y que los saharauis tienen derecho a ser libres y regresar a sus aldeas. Esta mujer se ha convertido en una pesadilla para las autoridades españolas, porque está absolutamente dispuesta a morir antes que perder la dignidad. Quizás se estén preguntando qué tenemos que ver nosotros, los españoles, con la dignidad de Aminatu Haidar. Se lo voy a explicar, de hecho es lo que justifica el título que le he puesto a este artículo.

Por imperativo legal, como tantos otros saharauis, Haidar tiene pasaporte marroquí. Hace unos días, cansado de sus reivindicaciones, Mohammed VI decidió expulsarla del país, por lo que la policía marroquí la montó en un avión rumbo a las islas Canarias. La saharaui no tiene pasaporte español, ni tampoco visado de entrada en España, por lo que todo parecía indicar que Marruecos no iba a lograr su objetivo de expulsarla por las bravas. Sin embargo, para decepción de la activista, y para vergüenza de nuestro Gobierno, cuando llegó al aeropuerto de Lanzarote la Policía Nacional, evidentemente siguiendo órdenes superiores, la dejó entrar. Nos gastamos millones de euros en blindar las fronteras contra la inmigración ilegal, pero esta mujer entró en España sin tener los papeles en regla, escoltada por la propia policía. Una vez que estuvo en nuestro territorio, Haidar trató de comprar un billete para volver al Sáhara, pero entonces la policía le dijo que no podía abandonar el aeropuerto, porque no tenía pasaporte español, ni visado de salida. Ya estaba, había caído en la trampa y aún encima fuera de Marruecos. De manera que la activista comenzó una huelga de hambre, mientras Mohammed VI se frotaba las manos, satisfecho por haberle traspasado el problema a sus enemigos del Norte.

Esto es lo que hemos hecho, esto es lo que nuestro Gobierno continúa haciendo a estas alturas, hoy mismo. Una dirigente política de un Estado invadido por otro fue deportada por el país invasor. Pero los marroquíes, en vez de encontrarse con que no la podían echar, se encontraron con que España les abría sus fronteras de manera ilegal. Para que no molestase al Rey de Marruecos con su defensa de su país, de la libertad, la democracia y la comida para el Estado del Sáhara. Y ahora el Gobierno español está haciendo todo lo posible para resolver la situación sin molestar a quienes la han provocado. La última ocurrencia ha sido que el ministro Moratinos le ha ofrecido la nacionalidad española. Mientras tanto, Mohammed VI sigue diciendo que a ver cuándo nos vamos de Ceuta y de Melilla.

A lo mejor es que me están influyendo demasiado mis últimas lecturas. Ayer mismo compré en mi pueblo la biografía del conde-duque de Olivares, escrita por el doctor Gregorio Marañón. Eran otros tiempos. Don Enrique de Guzmán, padre del conde-duque, fue embajador en Roma durante el reinado de Felipe II. En una ocasión, el papa Sixto V, con quien nuestro embajador se llevaba a matar, le prohibió que emplease una campanita para convocar a sus criados, alegando que eso sólo lo podían hacer los cardenales. El embajador protestó, pero otros diplomáticos, como el legado francés, salieron en defensa del Papa, diciendo que parecía mentira, usar una campanita como los príncipes de la Iglesia, sapristi, qué se habrá creído ese español. Don Enrique dijo amén y se retiró, prometiendo que no volvería a llamar a sus criados con una campana. A la mañana siguiente, al Papa, y a toda Roma, le despertaron unos cañonazos. El embajador de España quería el desayuno.

A lo mejor, digo, echo de menos un poco de firmeza en nuestras autoridades. Para que no nos pase lo que nos está pasando, que estamos cogiendo fama de país débil. Leo en la prensa que la policía y la Armada inglesa y gibraltareña llevan unos días hostigando a las patrulleras de la Guardia Civil que navegan por aguas que son españolas, según el tratado de Utrecht. La penúltima provocación consistió en tirotear una boya que llevaba una bandera española. El ministro Moratinos tan sólo ha dicho que aquí no ha pasado nada y que hay que llevarse bien con los vecinos.

Y así nos luce el pelo. Piratas somalíes que se burlan de nosotros, que amenazan a España con tomar represalias si nos atrevemos a juzgar a sus cómplices por secuestrar a nuestros pescadores, y que se llevan un botín multimillonario mientras un helicóptero de la Armada les espanta las moscas. Por cierto, y para decepción de mis amigos progres que convertían a los piratas en Robin Hood: los secuestradores han conseguido un botín de cerca de tres millones de euros, pero por el momento no lo han repartido con sus compatriotas. Nadie ha hablado de asfaltar carreteras, de hacer pozos o de la construcción del hospital Pirata Willy. Lo que sí se ha sabido es que en esa provincia se han sucedido una serie de orgías con alcohol, drogas y prostitución, así como un buen número de bodas superfastuosas.

Llevarse con los vecinos está muy bien, poner la otra mejilla a lo mejor te garantiza el Cielo, vale más maña que fuerza... pero en ocasiones hay que dar un puñetazo sobre la mesa y decir: Hasta aquí hemos llegado. España está cogiendo fama de débil, de país que traga con todo, que no sabe defender sus intereses, y nos estamos jugando dos cosas. La primera, que todos los Estados de nuestro entorno eleven sus exigencias a nivel económico, comercial, territorial, o de lo que sea, a sabiendas de que España no va a oponerse con eficacia. La segunda, que muchos españoles se cansen del cachondeo, de que los delincuentes se salgan siempre con la suya, sean ex pescadores somalíes, monarcas alauitas o patrulleros de Gibraltar, y le sigan el juego al primer demagogo que se presente a las elecciones enarbolando la bandera del racismo y la mano dura. Si mañana saliera algún Le Pen, se llevaba de regalo un buen porcentaje de votos simplemente con pedir que nuestro Gobierno haga lo que hacía don Enrique de Guzmán: dejar a un lado la campanita y coger el cañón. Tal vez será mejor que empleemos un término medio, que al fin y al cabo es lo que hacen los demás países: hablar suavemente, pero llevar un buen garrote. Lo dijo Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, que además fue premio Nobel de la Paz.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Paisajes lorquinos

Unos rincones de Lorca, una ciudad que, después del nacimiento de nuestro hijo, para nosotros siempre será mucho más que un lugar de paso y de acogida...


Atardecer. El puente de San Cristóbal, sobre el río Guadalentín

La fuente de San Antonio


La huerta lorquina, desde el castillo

Los viaductos de la autovía A-7.
Por aquí pasa todo el tráfico entre Levante y el Sur de España


La torre del Espolón, atalaya del castillo

La muralla y la torre Alfonsina, obra de Alfonso el Sabio



Huertas y el barrio de San Cristóbal

Fragmento de la muralla del castillo

El Espolón

La plaza de España, desde el balcón
del Ayuntamiento, en plenas obras de reforma

Esta última foto no es Lorca, es Puerto Lumbreras.

Una imagen nocturna de la Pasarela,
que atraviesa la rambla de Nogalte

sábado, 14 de noviembre de 2009

Será que he dormido mal

Será que he dormido mal, porque mi hijo Antonio se ha pasado la noche como la falsa moneda, de la cuna a la hamaca, pasando por el moisés, por nuestra cama de matrimonio y finalmente por la cama pequeñita a la que su madre y él se han trasladado a eso de las siete de la mañana, para no despertarme a mí -lo sé, me siento un poco culpable-. El caso es que son las ocho de la mañana, llevo media hora leyendo la prensa por Internet, y cada vez me están entrando más ganas de volver a la cama, atrincherarme entre las mantas, taparme la cabeza con la almohada y fingir que la vida en el fondo es sólo sueño.

Llevaba cerca de un mes de mal humor, rabiando por los pescadores del barco Alakrana, unos trabajadores de un gremio que siempre lo ha tenido muy crudo, y ahora más en tiempos de crisis. Una treintena de vascos y gallegos que han tenido que irse hasta Somalia para ganarse el pan, y que han sido secuestrados por cinco o seis piratas. Mis amigos progres ya me han mandado varios correos recordando que los somalíes en el fondo son víctimas del hambre, y que los que realmente tienen la culpa de los secuestros son nuestros pescadores, que van allí a esquilmar sus costas. No sé. Los españoles también hemos sido pobres, y jamás en la vida se nos ocurrió lanzarnos al Mediterráneo a robar a los extranjeros. Cuando nuestros bisabuelos no tuvieron pan, o cuando el peor enemigo de España fue el propio Gobierno -Fernando VII, el general Franco, esa gentuza-, hicieron la maleta de cartón y se fueron a la vendimia francesa, o a las fábricas alemanas, o a hacer las Américas, porque el ser pobre no significa que haya que dejar de ser honrado.

Durante todo este secuestro, que a fecha de hoy no tiene pinta de solucionarse, el episodio que más tiempo ha ocupado en los medios de comunicación ha sido el caso del pirata somalí al que llaman Willy. Durante semanas enteras, mientras los pescadores y sus familiares veían pasar lentamente los segundos, nosotros nos hemos centrado en averiguar si el pobrecito Willy tenía diecisiete o dieciocho años. Un juez tras otro se han ido pasando la pelota; ahora decían que era mayor de edad, ahora que era un pobre menor, se lo llevaban al juez de Menores, volvía a la Audiencia... ya saben cómo funciona nuestro país, que si eres un adolescente precoz tienes patente de corso para robar, secuestrar, matar o torturar. Que se lo digan al Rafita, el asesino de Sandra Palo, que ya está en la calle, que ya ha vuelto a ser detenido, por robar, y que ya vuelve a estar en la calle.

El esperpento de tratar a los delincuentes con almohaditas, tiene su colofón en la chulería con la que los piratas nos han dicho a los españoles que ya les estamos devolviendo a sus compinches, si no queremos que nos hagan más pupita. Y ya se ha liado. Los políticos de la oposición acusan al Gobierno de haber detenido a Willy. El Gobierno se queja de que el juez Garzón haya procesado a los delincuentes. Los jueces protestan porque el Gobierno no les permite extraditarlos a un país con el que no tenemos tratado de extradición, sencillamente porque el Estado de Somalia es algo que sólo existe sobre el papel. Y millones de ciudadanos decimos lo obvio, que por qué no va la Armada y le da un ultimátum a los secuestradores, aunque sea mostrándoles al Willy de las narices atado ante la boca de un cañón. Que para eso nos gastamos una pasta en barquitos, para que a la hora de la verdad nos sirvan de protección.

Para rizar el rizo de la estupidez, ahora resulta que el abogado de Willy -un profesional que, por otra parte, no hace más que su trabajo- afirma que España no puede juzgar a su cliente, porque el Alakrana no es un pesquero español. Y es que parece ser que el barco de Bermeo, cargado de vascos y gallegos, en vez de llevar nuestra bandera nacional llevaba una ikurriña. Así, con un par. Nosotros no somos españoles, que somos gudaris de Lugo. Eso sí, luego le pedimos ayuda al Gobierno de España. Visto lo visto, he estado a punto de mandar al garete a toda la tripulación del Alakrana, y que vaya la Ertzaina a rescatarles, hasta que he reflexionado. No, hijos, no. Vosotros sois españoles. Gilipollas, pero españoles, y perdónenme el exabrupto, pero ya les dije que esta noche he dormido mal.

Hablando de vascos, es raro que no se le hayan pedido explicaciones al hechicero mayor de la tribu de los gudaris, Xabier Arzálluz. Recordarán que hace unas semanas, el etarra Arnaldo Otegi fue detenido una vez más, por su complicidad con la banda terrorista. No le llamo etarra a la ligera; en 1979, Otegi -que en aquellos años se hacía llamar Otegui-, junto con otros miembros de un comando de ETA que se llamaba Comando Kalimotxo -ahí tienen las hemerotecas, que no me dejarán mentir- secuestró al diputado ucedista Gabriel Cisneros, uno de los padres de la Constitución de 1978. Los etarras le ametrallaron, hasta el punto que el diputado pasó muchas semanas en el hospital, entre la vida y la muerte. Bueno, pues hace unas semanas, el etarra Otegi y algunos amigachos fueron detenidos y encarcelados, porque las pesquisas policiales concluyeron que estaban organizando uno de esos partidos que utiliza la ETA para sacar concejales y pagarse las pistolas con los sueldos públicos. La principal consecuencia fue que miles de vascos salieron a la calle a pedir la libertad de Otegi. No hay derecho, decían, a que se le meta en la cárcel por defender la independencia vasca. Ya saben: algunos razonamos que a los etarras no se les encarcela por ser vascos, que hay muchos independentistas que se expresan libremente, ahí está Aralar, ahí está Nafarroa Bai, ahí está Esquerra Republicana de Catalunya... y otros ponen la vista en el infinito y repiten, como un mantra: "Ninguna opción política debe ser ilegalizada". Y no les quitas el ronzal, digo, no les bajas del burro.

En una entrevista al diario Gara, que es el panfleto perfectamente legal que utilizan los proetarras, Arzálluz ha dicho que Otegi, y los demás detenidos, son "buenos patriotas vascos dignos de todo respeto y admiración". Por culpa de ese individuo, que presidió el PNV durante cerca de veinte años, y de media docena no sé si de cómplices o de tontos útiles, hoy en día en las calles vascas hay toda una generación de jóvenes que piensan que poner bombas, matar a los vascos de otro partido y aterrorizar a los vecinos les convertirá en patriotas dignos y admirados. Acaban en la cárcel, luego les hacen pregoneros de las fiestas de su pueblo, luego les aguarda el largo paro. Gracias, jelkides.

Cuando he terminado la lectura de las páginas de actualidad vasca, he saltado a las de Economía. Y ahí me he encontrado con los catalanes. Ya saben, en Cataluña hay ahora mismo dos presuntas tramas de presunta financiación presuntamente ilegal. Una implica a Fèlix Millet, el típico burgués adinerado de pata negra, máximo dirigente del Orfeó Català desde la Transición. Ya saben que Cataluña es diferente, porque en el resto de España ser director de un orfeón es algo muy respetable, pero si, por poner un ejemplo, a Juan Antonio Cánovas o a mí mismo nos nombrasen presidentes del Orfeón Murciano, en nuestros hogares nos aplaudirían mucho, con prohibición expresa de llevarnos el trabajo a casa, pero la cosa no daría más de sí. El cargo de presidente del Orfeó Català, en cambio, parece ser que va mucho más allá, porque desde la estrambótica y cara sede de la institución musical se le cantaron las cuarenta al Franquismo, en catalán. Bueno, pues resulta que su presidente llevaba presuntamente treinta años malversando caudales públicos, inflando presupuestos y desviando dinero, a su propio bolsillo y a la Fundació Trias Fargas, que depende directamente de Convergència Democràtica de Catalunya, uno de los dos partidos que forman Convergència i Unió (CiU). Ayer mismo, desde esa fundación decían que devolverán los más de cien millones de pesetas que les fue entregando el ya ex presidente, para "hacer país".

Junto con el Caso Millet, los catalanes están muy sorprendidos por el Caso Pretoria: la detención del alcalde socialista de Santa Coloma de Gramenet por otra presunta trama que ha implicado a dos de las personalidades que tuvieron mayor poder durante los mandatos de Jordi Pujol: los ex consellers de CiU Macià Alavedra y Lluís Prenafeta. Pues bien, una voz tan cualificada en política como la del intelectual Joan Laporta, presidente del Fútbol Club Barcelona, considera que la Audiencia Nacional "española" -ha puntualizado- ha humillado a Cataluña al atreverse a procesar a un alcalde catalán y a dos ex consellers del Govern. Dense cuenta, no son Macià y Prenafeta los que han humillado a los catalanes por sus presuntos robos, sino los jueces que se han atrevido a bajarlos del pedestal. Por supuesto, no ha faltado quien ha tratado de matar al mensajero. Ahora resulta que los periodistas somos culpables de aplicar la "pena de telediario", es decir, de sacar en pantalla, o en fotografía, o en Internet, que a Fulano y a Mengano se los han llevado esposados ante el juez. Se trata de que la dignidad de los presuntos ladrones de cuello blanco no se vea menoscabada, de que los ciudadanos honestos sigan tratándoles de usted y llamándoles "excelentísimo señor" cuando les vean pasar a bordo de sus cochazos pagados con el dinero de todos. El colofón a todo esto, al Caso Millet, al Caso Pretoria, a los que durante años y más años han podido robarnos el dinero de nuestros impuestos, dejándonos sin colegios, sin centros de salud, sin parques, sin becas, sin kilómetros de autovía... la conclusión a toda esta mierda la ha expuesto el mismísimo Jordi Pujol, bajo cuya presidencia se hicieron de oro Millet, Prenafeta, Alavedra y tantos más. El ex President ha dicho que es mejor que nos callemos, porque si se tira de la manta, lo vamos a acabar lamentando todos. Yo no, señor Pujol, porque yo no soy ningún ladrón.

Claro que a la clase política catalana, hay asuntos que les preocupan mucho más. Por ejemplo, el Estatut. La inmigración y la multiculturalidad son un hecho -ahí está el propio presidente Montilla para demostrarlo-, Internet nos permite conocer a gente de la otra punta del planeta, y todos hemos asumido la necesidad de integrarnos en entidades más grandes que el pequeño país para sobrellevar una crisis que se va a comer a los peces más pequeños. Pero ahí está Montilla, diciendo que los catalanes tendrán que salir a la calle si al Tribunal Constitucional se le ocurre cambiar una sola coma de su estatuto de autonomía, porque el Constitucional no es nadie para corregir lo que ha decidido el pueblo de Cataluña. Parece que Montilla aún no se ha enterado de que Cataluña también está vinculada a la Constitución de 1978. En fin, si ser independentista catalán me parece algo arcaico, suicida e ignorante, defender posiciones independentistas habiendo nacido en la provincia de Córdoba me parece, cuanto menos, esperpéntico. Como lo cuente en Iznájar, sus propios vecinos lo echan al Genil, para que se le refresquen las ideas.

Comentaba que la crisis se está cebando en los peces pequeños. España estuvo a punto de ser un gigante, pero tenía los pies de barro. Ahora es muy fácil echarle la culpa a Zapatero de que seamos los únicos que no estamos remontando la crisis; pero es que durante años y años los españoles apostamos por la construcción como único motor de nuestra economía. Destrozamos el litoral, nos quedamos sin bosques, secamos los ríos, destruimos las casas en las que habían nacido nuestros abuelos... todo para hacer urbanizaciones, bungalows, adosados, campos de golf... para que vinieran los turistas. Bueno, pues los turistas se han cansado de nuestras costas de hormigón, y además se han quedado sin un duro. Y ahora, todos los que vivían de la especulación, de recalificar, todos los chavalotes que con veinte años bajaban del andamio para comprarse un BMW, se han quedado sin trabajo. Pero no me voy a meter en honduras, que me estoy muriendo de sueño. Sólo quiero destacar el sentido de la responsabilidad, la seriedad, el patriotismo de Pedro Solbes. Un vicepresidente de un Gobierno, ministro además de Economía y Hacienda, que es capaz de largarse en mitad de una severísima crisis económica. Y luego acusamos -con razón- a Farruquito porque hizo lo que hizo. Eso es solidaridad, eso es sentido del deber. Las cuentas no me cuadran, así que me levanto y me voy. Que le vayan dando al Presidente que ha confiado en mí, a todo mi equipo de trabajo, a los millones de españoles que votaron socialista, a todo el mundo. Yo me voy con mi retiro millonario. Hace un par de semanas dejó también el Congreso, decían algunos que porque estaba cansado. Acaba de fichar por dos empresas privadas, dos. Una de ellas se llama, en inglés, "cabezas pensantes". Olé.

Claro que, si es por responsabilidad, sentido del deber y seriedad, ahí tenemos a Francisco Camps. "Amiguito del alma, te quiero un montón, lo nuestro es muy bonito..." Frases que ya han pasado a la Historia Cutre de España, muy reveladoras cuando se le dirigen al cabecilla de una presunta trama de corrupción, y útiles de verdad cuando el destinatario es el presidente de un Tribunal Superior de Justicia. Ya se sabe que se consigue más con una gota de miel, que con una tonelada de hiel. Su penúltima payasada -por no emplear un adjetivo más fuerte- consistió en acusar al portavoz socialista en las Cortes Valencianas de querer meterle en una furgoneta para asesinarle y luego arrojar su cuerpo en una cuneta. A ver si los valencianos tienen suerte, y la próxima vez -no tardará- que juzguen a su presidente autonómico, les toca un juez que no sea "más que amigo" de él.

Otro político que va a pasar a la Historia Cutre de España es Manuel Cobo, el vicealcalde de Madrid. Vale que parece ser que los secuaces de Esperanza Aguirre le estaban espiando, vale que le duele que su querido Ruiz-Gallardón sea el que se lleva todas las bofetadas que sobran en su partido, vale que a Esperanza Aguirre se la ve a la legua que quiere llegar a lo más alto, aunque sea asfaltando y hormigonando a sus propios compañeros de partido... pero, hombre; concertar una entrevista con el periódico de mayor tirada nacional y empezar a soltar por esa boca, que si infamias, que si hipocresía, que si vómitos, que si cloacas... eso es el elogio de la ceguera, por citar a Sara Mago, la pintora predilecta de Esperanza Aguirre cuando era ministra de Cultura.

Estaba a punto de cerrar este artículo con la carcajada que la Espe se merece, cuando he leído de reojo dos noticias. Las comento de refilón, que me voy a volver a desvelar. Resulta que en los Sanfermines del año pasado, un hombre llamado José Diego Yllanes violó, golpeó y estranguló hasta la muerte a una joven que se llamaba Nagore Laffage. Luego trató de descuartizar el cadáver. Para que no digan de los jueces, en esta ocasión ha sido un jurado, compuesto mayoritariamente por mujeres, el que ha dado la campanada. Han calificado la muerte como homicidio, no como asesinato, lo que al interfecto le va a suponer una pena bastante más leve, unos cinco años, que se acabarán quedando en tres. Dentro de tres años, los padres de Nagore seguirán sin creerse que su hija ya no va a aparecer más por casa; les veremos quejarse de la injusticia, y escucharemos también que Yllanes tiene derecho a seguir disfrutando de los Sanfermines. Bueno. Pues las atenuantes que el jurado ha considerado, a la hora de rebajar la pena del asesino, son cuatro: embriaguez, arrebato, confesión... y reparación del daño causado. Ahí queda eso, reparación del daño causado. A lo mejor al jurado le han contado que, después de apalear hasta la muerte a la joven y desmembrar el cadáver, su asesino llamó al afilador para que le arreglase el cuchillo.

La última estupidez con la que les voy a bombardear proviene de Galicia. La empresa Google ha trazado un mapa fotográfico del Camino de Santiago. Durante la presentación de esta iniciativa, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoó, se felicitó por que, gracias a Google, "a partir de hoy el Camino de Santiago será conocido en Europa". Les dejo, no les molesto más. Voy a echar a mi hijo de la cuna y me voy a meter dentro. Que me despierte él cuando llegue a la mayoría de edad, a ver si hasta entonces ha cambiado alguna cosa.

jueves, 29 de octubre de 2009

El único animal que tropieza...

Hace unos meses acudí a uno de los accidentes de tráfico más vistosos que he podido grabar: en la autovía A-7, sentido Murcia, a la altura del castillo de Lorca, un camión impactó contra la base de un pórtico de señalización y volcó...



...pues anoche, en la autovía A-7, sentido Murcia, a la altura del castillo de Lorca... un camión impactó contra la base de un pórtico de señalización y volcó...




(nos lo comimos con patatas, nos enteramos siete horas más tarde)


Fijaos que en las fotos del primer accidente y en las del segundo se aprecia la torre principal del castillo, la Torre Alfonsina, es decir, que el entorno es el mismo, sólo que en un caso fue antes del túnel y en el otro después.
La pregunta es... ¿qué probabilidades hay de que en un tramo de 5 kilómetros se produzcan dos accidentes tan poco usuales? Que un coche vuelque es normal... que un camión arranque uno de esos pórticos no suele pasar... pero que dos camiones reproduzcan el mismo accidente en la misma zona... en fin, que la estadística falla...
Con respecto al segundo camión, fue un camión de la basura; su conductor salió despedido y acabó tendido en el asfalto, herido de gravedad, aunque por suerte ha salvado la vida.

domingo, 18 de octubre de 2009

Armonía arquitectónica


Un par de fotos que dan fe de la estupidez que suele acompañar al ladrillo.

Una casa preciosa, en un pueblo de Murcia. Recién coronada -véase la bandera nacional que suele acompañar al acto de llegar a la cima del edificio-. Estilo, armonía, buen gusto... todo en uno...



No es selección natural, no es adaptación darwinista al medio. Es que los dueños de esta fábrica no quisieron que los árboles les impidiesen ver la nave industrial. Impresionante.

Casas kitsch e industrias que embisten como el caballo de Atila. Así nos luce el pelo.

Por suerte, de vez en cuando nos encontramos con algún que otro caso de arquitectura no agresiva. Éste es el centro sociocultural "La Cárcel", de Totana. Un ejemplo de cómo rehabilitar un edificio, sin estropear la historia ni la estética.

sábado, 17 de octubre de 2009

Jugándose el cuello por nosotros



El pasado jueves se desbordó una de las ramblas que atraviesan Águilas. Hubo gente atrapada dentro de sus coches, y debajo de los aludes de barro... algunos coches, con gente en su interior, acabaron sumergidos en la bahía... la magnitud de la tragedia movilizó a Protección Civil, Cruz Roja, Bomberos, Guardia Civil, Policía Local, 112, e incluso a la Unidad Militar de Emergencias...

...afortunadamente, sólo se trató de un simulacro. Más de 200 profesionales de todo tipo, provenientes de Lorca, Puerto Lumbreras, Mazarrón, Murcia, y de la misma Águilas, aprendiendo a actuar en caso de catástrofe. Momento en el cual se jugarán la vida por nosotros.

La Unidad Militar del Ejército se encargó de encauzar la rambla desbordada. Instalaron diques y sacos terreros.









¿Qué decir de los Bomberos? Día a día se enfrentan a los mayores horrores, sin darse la mayor importancia. Durante el simulacro afianzaron un coche que estaba hundido en la rambla y se lanzaron al cauce, para rescatar a los pasajeros atrapados.






Socorristas acuáticos de la Cruz Roja rescataron a las personas que habían sido arrastradas hasta la bahía, y luego las evacuaron con ayuda del helicóptero del 112.





Bomberos, Cruz Roja, el Servicio de Emergencias Municipal (antigua Protección Civil)... aprendiendo a trabajar juntos.





El Puesto de Mando Avanzado (PMA). Este camión se traslada a los lugares donde hay emergencias, y desde su interior se coordina todo el operativo. El mes pasado lo vi trabajar de verdad en la evacuación de una urbanización, amenazada por el desbordamiento real de una rambla, en Los Alcázares, junto a Cartagena.


El simulacro duró toda una mañana. Ahora tocará repasar los fallos y ver lo que se puede hacer mejor. Y todo ello, para salvar nuestras vidas.

En cualquier momento...

No me cansaré de repetir que la carretera no es nuestra amiga; le pasa como al mar: puede parecernos muy bonita y apacible -no por sí misma, sino por los lugares a los que nos conduce-, pero en cualquier momento puede revolverse y poner en juego nuestra vida.

Este accidente se produjo ayer, a primera hora de la mañana, en una autovía de Murcia. El vehículo se estrelló contra la barrera de unas obras; barrera compuesta por elementos de plástico rellenos no de arena o de agua, sino de hormigón, precisamente para proteger la vida de los operarios de mantenimiento.

No había huellas de frenado, por lo que todo apunta a que pudo ser un despiste, un desvanecimiento o, sencillamente, que el conductor se quedó dormido. El coche, en vez de seguir la curva de la carretera, siguió recto, tropezó con un quitamiedos y de inmediato se fue contra la barrera que estaba cerrando el carril derecho.


El impacto fue brutal; el conductor resultó herido de gravedad. Al ser un modelo antiguo -es un Citroën ZX-, el coche no llevaba air-bag, por lo que no hubo nada que amortiguase el impacto contra el volante. Como el conductor iba dormido, o inconsciente, ni siquiera pudo protegerse segundos antes del choque...


Este otro siniestro se produjo a la salida de una de las pedanías de Lorca. El coche, que tenía poco más de un año de antigüedad, empezó a arder. El conductor sólo tuvo tiempo de echarlo al arcén y escapar, antes de que las llamas lo consumiesen por completo.


Lo extraño es que el motor está intacto; es decir, que el incendio se ha producido desde la parte central o posterior. El conductor comentó que había tenido un golpe -un alcance-, y que el coche llevaba un tiempo en el garaje, sólo que esa tarde decidió sacarlo un poco. Puede ser que el alcance le hubiera movido el tubo de escape, hasta ponerlo en contacto con alguna zona inflamable... o que los discos de frenado se hubieran quedado tocados, hasta sobrecalentarse, incluso que haya habido alguna fuga en el depósito de gasolina...

En cualquier caso... en cualquier momento podemos perder la vida. La carretera no es nuestra amiga; es un ser indiferente, a quien en el fondo le da igual que disfrutemos recorriéndola, o que nos quedemos tendidos en el asfalto.

sábado, 10 de octubre de 2009

¡Lo que inventan los hombres!

Mi abuela Pepucha, que en paz descanse, pronunciaba esta frase, con tono de suprema admiración, sin acabárselo de creer, cada vez que en el "parte" o en "la voz" (La voz de Galicia) contemplaba algún artilugio de aquéllos en los que las últimas décadas han sido tan pródigas. Por ejemplo, el Apolo XI, el AVE, el portaaeronaves Príncipe de Asturias o el Amstrad 6128 que se compró mi padre, con no sé cuántos tonos de color, por mencionar los más sonados. "Lo que inventan los hombres", decía, con un suspiro. Como se podrán imaginar, mi querida abuela, nacida en los años de la I Guerra Mundial, excluía de su asombro a las mujeres, que a su mente no eran más -ni menos- que la mitad fregoteante y amamantadora de la Humanidad.

Me ha venido a la mente esta frase tan suya, al ver estos dos ingenios. Las dos fotos están hechas en Águilas, este mismo mes.

Esta estampa resultará muy familiar a aquéllos que tengan la suerte de vivir junto a un puerto pesquero. Una grúa de pórtico, transportando a tierra a un barco para que le hagan alguna revisión. No deja de ser espectacular. Y hermoso. Y paradójico: un barco capaz de recorrer millas y millas, pero que sería incapaz de adentrarse un solo centímetro en tierra firme, en el variado y movido mundo terrestre. Y al contrario, una maquinaria capaz de partir un camión en dos, al que sólo harían falta treinta o cuarenta centímetros de aguas mansas para que volcase y se quedase paralizada para siempre... Dos universos que de vez en cuando logran cogerse de la mano muy fugazmente.

A pocos kilómetros, o millas, de distancia, otra muestra de la tenacidad humana: una excavadora, subida en una balsa gigantesca, arañando tierra de la boca de una rambla. Es el inicio de la desaladora de Águilas-Guadalentín, la toma de agua salada que -otra proeza- se convertirá en agua dulce, apta para beber.

Por cierto, que los conductores de estas máquinas se merecen sendos olés. Hay que tener mucha inteligencia para ser capaz de elevar y transportar una barca entre dos bridas, o para mantener el equilibrio de una excavadora cargada de tierra, que se balancea encima de un superflotador. En fin, ya quedó dicho: "¡Lo que inventan los hombres!" Y las mujeres, ahora que por fin se las deja ir más allá de la escoba y del pañal.

sábado, 3 de octubre de 2009

A. E. I. O. U.

A.E.I.O.U. son las siglas de Anti Español Idiota Orgulloso y Ultra. Los estamos viendo salir de sus cuevas, ahora que España ha perdido las Olimpiadas de 2016, diciendo que se alegran de que el evento haya recaído en un país del otro lado del mundo. Ayer mismo, en el Facebook, a los diez minutos de saberse que los juegos se habían ido al Brasil, el amigo de un amigo dejó escrito en su muro un Uffff... menys mal!! ("¡Uf, menos mal!"), para que todos viéramos que para él, la alegría, la esperanza y el trabajo de tantos millones de españoles estaba suponiendo un suplicio.

Uno de los tópicos que el Facebook está destruyendo es aquella presunción de que los amigos de mis amigos tienen que ser necesariamente mis amigos; en mi caso, algunos de los más entrañables tienen en su agenda a auténticos imbéciles, como éste de Barcelona, que a renglón seguido añadía que iba a celebrarlo tomándose una caipirinya. Lo escribió así, con el dígrafo NY que en catalán equivale a la eñe, y que en portugués -en gallego no, por favor- debería escribirse como NH. Vamos, que el tío lo más seguro es que no sepa ni siquiera dónde está Río de Janeiro. Lo único que sabe es que los madrileños se han jodido, algo que para él debe de ser una auténtica alegría.

Los amigos de mis amigos no tienen por qué ser amigos míos, pero para muchos idiotas, y en especial para la variedad AEIOU, los enemigos de sus enemigos acaban siendo sus amiguitos del alma, como diría Paco Armani, digo Camps. Desde siempre se ha destacado el buen rollo que hay entre las aficiones del Barça y la Real Sociedad; una simpatía que nunca he acabado de entender, ya que nada hay en común entre Cataluña y el País Vasco; entre esa sociedad ilustrada de comerciantes enriquecidos, laica, progresista y centrada en una megalópolis europeizante... y esa otra sociedad cerrada en sí misma, conservadora, religiosa, arraigada en el campo y formada por trabajadores encallecidos. Nada une a Cataluña y Euskadi, si no es el elevadísimo porcentaje de inmigrantes andaluces, gallegos, castellanos, murcianos que han sacado sus fábricas adelante, y el odio que algunos de sus elementos profesan hacia "Madrid".

Las elecciones europeas nos dan otro ejemplo de hermandad forjada gracias al enemigo común: esos partidos nacionalistas vascos, catalanes, asturianos, extremeños, valencianos, gallegos, aragoneses, los unos con la estrella roja -ese digno símbolo al que han vaciado de significado de tanto emplearlo en vano-, los otros con el plácet de su iglesia regional. Unos tienen al Che, otros a monseñor Setién, pero a todos ellos les une el odio hacia los españoles. Y luego se presentan juntos a unas elecciones cuyo objetivo último es eliminar las distinciones entre portugueses y lituanos.

Volviendo al idiota que iba a regar el serrín de su mollera a base de caipiriñas, él se alegraba no de las sonrisas de los cariocas, sino de la decepción y las lágrimas de los "madrileños", entendiendo como tales a todos aquellos que se sienten -nos sentimos- cómodos y orgullosos cuando decimos que somos españoles. Que no quiere decir que nos consideremos mejores, más inteligentes o más guapos que los franceses, los portugueses, los yanquis o los bielorrusos; simplemente, que hemos nacido en España, y que, aunque no nos guste el deporte, para que se vaya a otro sitio, que se quede aquí. El mismo sentimiento que nos llevó a apoyar a Barcelona en 1992, nos ha llevado ahora a apoyar a Madrid en 2016. En cambio, un Anti Español Idiota Orgulloso y Ultra siempre se quedará con el otro país. Sin darse cuenta de que a él, en Río de Janeiro, Chicago o Tokyo, le meterán en el mismo saco que al madrileño, el huertano, el sevillano o el de Ferrol. Sin duda hay más diferencias, y muchísimos más agravios históricos, entre el urbanita de tez blanca, hijo de portugueses de Brasilia, el negro de la periferia de Sâo Paulo o el guaraní del Mato Grosso, que la que puede haber entre el facebookero de Aluche o del barrio de Gràcia. Entre el Manzanares y el Llobregat hay poco más de 600 kilómetros; entre Manaos y Río de Janeiro, cerca de 4.500. Y no me cabe duda de que todo Brasil ha sido un clamor, desde los meandros del Amazonas hasta los ríos de asfalto de sus grandes ciudades, al enterarse de que una de sus ciudades se iba a llevar las Olimpiadas.

He comenzado el párrafo anterior llamando idiota al amigo de mi amigo que sentía un gran alivio por que las olimpiadas se fueran a marchar del país al que, le guste o no le guste, pertenece. A mí no me gusta insultar de manera gratuita, de manera que les diré: esos antiespañoles son orgullosos porque se creen que pertenecen a una raza, o etnia, o secta, superior. En Cataluña y Valencia hay toda una serie de refranes y frases hechas que lo demuestran. Castellà, si no te l'ha feta, te la farà ("El castellano, si aún no te la ha hecho, ya te la hará"). De Ponent, ni gent ni vent ("De Poniente, ni gente, ni viento"). En fin, algunas perlas para las que en el resto de España no tenemos equivalente, porque yo no conozco ningún refrán castellano que se meta con los catalanes ni con los vascos, no siendo los chistes con los tópicos, que por otro lado están repartidos entre todos los lugares de nuestro país, y si no, que se lo digan a los de Lepe. Esos antiespañoles son ultras, porque se sienten más cercanos al currante de Río de Janeiro, al mestizo de cultura amazónica o a la mulata que baila samba (bendita cercanía en este caso), que al españolito de la provincia de al lado, con el que comparte no sólo la cultura, sino el pasado colectivo, las preocupaciones por la crisis y seguro que algún González, un López o un García en las cuatro generaciones anteriores.

Y esos antiespañoles son idiotas, porque unos juegos olímpicos repercuten no sólo en la ciudad escogida como sede, sino en el circuito económico más próximo, un circuito que, hoy por hoy, se rige por fronteras estatales. Barcelona 92 dejó su huella en toda Cataluña, en Valencia, en Andalucía y en Madrid, en forma de turistas que un día se cogieron el AVE o el avión, para conocer otras partes de España; de empresarios que aprovecharon la cita olímpica para explorar nuevos mercados; de profesionales liberales que decidieron arraigar cerca de Barcelona, esto es, en Zaragoza, en Alicante o en Getafe. De la misma manera, Río de Janeiro 2016 no va a suponer ningún beneficio para España, mientras que Madrid 2016 nos habría convertido en punto de encuentro mundial durante unos meses, y algún que otro dólar, o yen, o libra esterlina, o euro con el hexágono de Francia, se habría quedado cerca del Guggenheim, de la Torre del Oro o del Parc Güell.

Por eso hay que ser idiota para viajar en una balsa, y alegrarse porque el único remo que se ha quedado a flote se vaya a ir a la balsa de al lado. Aunque te sientas diferente, y por supuesto superior, a los que están compartiendo la misma suerte que tú.

En fin, el amigo de mi amigo se pasó semanas enteras soñando conque su Barça ganase la Copa del Rey de España; luego se sentó en un estadio, enfrente de los que llevaban semanas soñando conque el Atlétic de Bilbao ganase la Copa del Rey de España. Luego unos y otros se dejaron los mofletes en carne viva, silbándole al himno que para muchos de nosotros representa algo importante, y por fin se pasaron los noventa minutos siguientes esperando que sus fichajes senegaleses, o polacos, o británicos, o de las islas Seychelles, le dieran a su nación sin estado, o a su estado libre asociado, la Copa de Su Majestad el Rey. Claro que a lo mejor van por ahí los tiros, tal vez los AEIOU se han alegrado de que los juegos olímpicos se hayan ido a Río de Janeiro, porque sus mayores referentes, los mitos que hacen grande a su país, ese Ronaldo, ese Romario, ese Ronaldinho -o Ronaldinyo- han venido, precisamente, de Brasil. En fin, como dice ese catalán universal, ese gitano Peret: A, E, I, O, U... borriquito como tú...

El Reloj de las Muertes Violentas

Recuerdo la Cibeles abarrotada de gente, todos aquellos rascacielos con sus ventanas gemelas llenas de curiosos y un destaca­mento de policías que no daba abasto para controlar a la multitud: porque allí había doscien­tas o tres­cien­tas mil perso­nas, que miraban todas hacia un mismo punto, hacia arri­ba, hacia un inmen­so panel negro, con números rojos que cambiaban cons­tantemente, y cada número es un muerto.

Aún me parece estar viendo el gran cartel que tapa los ventanales de la última planta, que ha costado dos millones de euros y que tiene varios le­treros encima de las cifras rojas: el primero es la marca comercial que se verá por todo el mundo, por todas las tele­visiones e Internet; el segundo es la explicación o la justificación del despliegue: "EL RELOJ DE LAS MUER­TES VIO­LENTAS". El tercero es la fecha de aquel día, "29 de FEBRERO".

El obrero que aquella mañana había cambiado a mano el tercer letrero del Reloj de la Muerte era hijo del muerto violento número 9.398.762, pero eso no le había impedido cumplir diariamente con su función de cambiar los paneles con la fecha. Su padre era el viudo de 7.003.319, atropellada por un conductor borra­cho que fue el 7.003.320, porque después de decapitarla se estampó contra un kiosco de prensa. El encargado del mantenimiento del reloj, que a esas horas de la tarde se disponía a vivir como todos noso­tros un momento histórico, no llegó nunca a saber que tan sólo un mes más tarde él iba a convertirse en el muerto violento número 10.­000­.112. Lo maté yo mismo.

Las ocho cifras cambiaban, siguen cambiando hoy, veloz­mente. La prime­ra de la derecha a veces parpadeaba y se saltaba algu­nos números, cuando había varias víctimas que se disputaban la preferencia: del 9.999.102 al 9.999­.105 (un hombre con su fami­lia se salta un stop); del 9.999­.234 al 9.999.238 (un ex poli­cía borracho entra en un bar pistola en mano); del 9.999.­389 al 9.999.415 (al conductor de un autobús escolar le llama por el móvil su cuñado para ir juntos a la revisión del coche)...

Había gente que llevaba varios días reunida en la plaza, desde la mágica aparición del quinto nueve del reloj, el número 9.999.900. La gente de a pie, los periodistas, incluso algún político campechano, llevan mucho tiempo llamando "la Taxista" a la terminación 900, porque el muerto violento número 8.543.900 fue una mujer taxista que murió en un atraco en Aluche. Por similares razones, se llama el Gasó­leo a las cifras 888, el Autocar del Ciego al 4.567, la Puta al 112 y la Mujer del Alcalde al 263­.

La Taxista apareció en el panel el día 24 de febre­ro, de madrugada. Sus compañeros del gremio, también los autobuse­ros, lo recibieron con emoción, tocan­do el claxon y con el puño en alto. El 25 apare­cieron los prime­ros capicúas, 909, 919, ambos el mismo día, y la opinión pública empezó a emocionarse viendo que estaban a punto de llegar los diez millones, el número 1 del primer panel empezando por la izquierda, el de las decenas de millón. El 27 de febrero, al mediodía, la multitud cada vez más numerosa saludó a los Dos Patitos (un adelantamiento en cambio de rasante, murió un niño de diez años) con un atro­nador y alegre "cua-cua"; dos horas más tarde, los más devotos estaban rezando un discreto padrenuestro por la Edad de Cris­to. El día 28, a esa misma hora, un parrici­dio múlti­ple (un hombre mató a su ex esposa, a sus dos hijos y luego se pegó un tiro) avanzó el Reloj del 967 al 971, privando a los más jóvenes del jolgorio que siempre provo­ca la aparición del 69. El chasco no impi­dió que siete estu­diantes de Arte Dramático, venidos ex profeso desde Barcelona, se desnudaran en plena avenida y escenificaran la cifra (9.999.969) ante miles de curio­sos, hasta que fueron detenidos por una pareja de policías.

Aquella misma noche, un grupo venido de Aragón repartió puros entre la muchedumbre cuando salió el 978, el antiguo prefijo de los teléfonos de Teruel, para recordar que su provincia también exis­te; curiosamente, el 978 había sido una chica de Zaragoza...

A la mañana si­guien­te, día 29 de febrero, uno de los doscientos mil congregados, un ancia­no que llevaba más de treinta y seis horas de pie en la plaza, feliz por estar rodeado de tanta gente, sintió un extraño dolor en el pecho mientras animaba al 988 con gritos de "cho-cho", y fue reti­rado en camilla mientras se esforzaba por ver aparecer su propio número en el panel. El sexto nueve, que dio la muerte violenta número 9.999.990, apareció a las cinco menos cuarto de la tarde. En ese momento, el extremo izquierdo del panel se iluminó levemente: estimuladas por un sensor, como los cuentakilómetros de los coches, las bombillas de la decena de millón se estaban preparan­do para encenderse por primera vez.

Instigadas por un impulso parecido, las cadenas de televisión conectaron sus equipos en directo, mientras los políticos se ajustaron las corbatas y prepararon sus discursos. El partido de la oposición tenía que lamentar profunda­mente la llegada del muerto violento número diez millones, fruto de la mani­fies­ta incapacidad del Gobierno a la hora de atajar la delincuencia. Por su parte, el partido en el poder iba a desta­car que la misión del Reloj era concien­ciar a los ciudada­nos sobre la necesidad de poner todos un poquito de nuestra parte para disminuir la violen­cia y hacer reflexio­nar a la sociedad, e iba a comparar las menos de novecientas mil muertes violentas ocurridas durante su mandato con las más de un millón que se habían produci­do, en idéntico perío­do de tiempo, durante el mandato del partido de la oposición.

A las cinco menos diez apareció el 1 que señalaba la muerte vio­lenta número 9.999.991. Dos minutos más tarde apareció el 992, y de inmediato el 993. El 994 se hizo esperar hasta las cinco y siete minutos, para cons­terna­ción de las cadenas de televisión, que pagaban cien euros por cada minuto de conexión vía saté­lite. Afor­tunada­mente para ellas, del 994 se saltó al 996 por el vuelco de un camión en una carretera perdida de Jaén.

El posible salto del 999 al 001, sin pasar previamente por el número 10.000.000, había sido previsto dos meses antes por el Comité de Expertos del Reloj, un grupo de informáticos que habían obedecido las demandas de los más interesados en que ninguna muerte de más les estropease la función: los políti­cos ávidos de momentos históricos, las cadenas de televi­sión que querían rentabili­zar el alquiler de los satélites, y la empre­sa de segu­ros que se anuncia­ría por todo el país en el preciso ins­tante en que se vieran, redondos, todos los ceros. Por ello, el Comité había decidido congelar la pantalla durante cuatro minutos, en el preciso instante en que se computaran las decenas de millón.

El 996 apareció a las cinco y ocho minutos y fue recibido con aplausos. Éstos se convirtieron en auténticos aullidos unos segundos después, cuando apareció el 997; el 998 salió a las cinco y once... y, por fin, a las cinco y trece minutos del 29 de febrero, el Reloj de las Muertes Violentas se convirtió en un muestra­rio de nueves: 9.999.999. Diez millones de muertes, menos una, desde el día en que la Administración decidió colgar en la plaza más conocida de Madrid un gigantesco reloj para concienciar a los ciudadanos. Al menos ésta había sido la intención original. Luego llegaron la propaganda y la frivolidad.

La muchedumbre aguan­tó varios minutos con la mirada fija en los siete nueves, sin atre­verse a pestañear. Fueron las cinco y cuarto, luego las cinco y veinte, y la pantalla permane­ció inmóvil, ajena a las ansias de todos. Llevá­bamos apenas diez minutos sin ninguna muerte violenta, y la muchedumbre empezaba a impa­cientarse. A las cinco y veintiuno, el encar­gado comprobó, temblo­ro­so, que todos los sensores funciona­ban correctamen­te, pero a las cinco y veintiocho la bolsa de Wall Street anunció una levísima bajada de las accio­nes de la empresa que había fabricado el panel. Fue entonces cuando un político muy destacado -nunca se ha llegado a saber quién fue- sugirió a gritos a uno de sus chupatintas que le pidiera la pistola al oficial más cercano y se sacri­ficara él, o sacrificara a alguien, por la causa.

Pero en aquel momento, exactamente a las cinco y media de la tarde, el médico de guardia entró en la sala de urgencias y nos dijo en voz muy baja que nuestra niña no había superado el atro­pello. Instantes después, la televisión de la sala retrans­mitió el cambio de marcador. Y yo vi vuestras caras, oí vuestros gritos de alegría salvaje e irracional. Hasta el médico sonrió, inconscientemente. Claro que la noche después del entierro, cuando pude reaccionar, el médico se convirtió en el muerto violento número 10.000.010. Y en cuanto a vosotros, lo único que sé es que voy a hacer todo lo posible para que ese diez millones que tanto me recuerda a mi niña se convierta cuanto antes en un veinte. Y luego, en un treinta.

jueves, 1 de octubre de 2009

¿Podría haberse evitado?

Bastaron dos días de lluvia -bastante fuerte, por otro lado- para que buena parte del Sudeste español volviera a quedar bajo las aguas. Calles y casas inundadas, carreteras cortadas, puentes destruidos, campos anegados... parece que en esta parte de España sólo tenemos dos climas: los 45º que ya son habituales cada verano, y los 200 litros por metro cuadrado que se alcanzan tan pronto se amontonan varias nubes.

La pedanía de Puerto de Mazarrón, en Mazarrón, tiene algunos sectores que están edificados prácticamente ganándole terreno al mar, sobre lo que en otros tiempos fueron saladares. La zona de Bahía es uno de ellos. Cada vez que cae una lluvia medianamente fuerte, se pueden ver imágenes como éstas durante varios días...



No es el mar, son campos desaparecidos bajo las aguas en Puerto de Mazarrón

Otra de las zonas que se ve muy afectada por las aguas es Totana. Cada vez que hay tormenta, los campos aparecen inundados. Debe de ser porque es una zona muy llana, y tal vez porque se ha cortado el paso a más de una rambla. Por ejemplo, esta carretera, que comunica con la zona de El Raiguero, ha permanecido cerrada al tráfico durante una semana, y de hecho tuvo que ser vaciada de agua con ayuda de una excavadora. La causa -según los vecinos- es que la rambla de Lébor, que pasa al lado, desagua justamente aquí, entre los bancales. Se le ha cerrado el paso, y el agua SIEMPRE se abre camino...

En Cartagena tuvo que intervenir hasta el Ejército. La rambla del Albujón, en el límite entre la ciudad y Los Alcázares, empezó a subir a un ritmo de un metro por hora. En un momento dado, la rambla traza un codo. Sin duda se trata de un desvío artificial, ya que no es la primera vez que se desborda. La consecuencia inmediata fue la evacuación de una urbanización entera, cuyas casas quedaron de repente dentro de la rambla...


La zona de El Porvenir, en la pedanía lorquina de La Hoya, también se inunda por sistema cuando cae una tormenta. Es un área llana, al pie de unas colinas. Los vecinos se quejan de que muchas pequeñas ramblas desaguan directamente sobre el asfalto de la carretera...



En fin, compaginar Naturaleza y civilización siempre es un problema... mucho más en aquellas zonas, como nuestra costa mediterránea, en la que se ha querido someter a la Naturaleza a las exigencias de una urbanización demasiadas veces desmedida. Como siempre, las ventajas, en forma de millones, para los que se beneficiaron de la construcción exacerbada, y los inconvenientes, incluso la muerte, para todos los demás.