Me ha venido a la mente esta frase tan suya, al ver estos dos ingenios. Las dos fotos están hechas en Águilas, este mismo mes.
Esta estampa resultará muy familiar a aquéllos que tengan la suerte de vivir junto a un puerto pesquero. Una grúa de pórtico, transportando a tierra a un barco para que le hagan alguna revisión. No deja de ser espectacular. Y hermoso. Y paradójico: un barco capaz de recorrer millas y millas, pero que sería incapaz de adentrarse un solo centímetro en tierra firme, en el variado y movido mundo terrestre. Y al contrario, una maquinaria capaz de partir un camión en dos, al que sólo harían falta treinta o cuarenta centímetros de aguas mansas para que volcase y se quedase paralizada para siempre... Dos universos que de vez en cuando logran cogerse de la mano muy fugazmente.
A pocos kilómetros, o millas, de distancia, otra muestra de la tenacidad humana: una excavadora, subida en una balsa gigantesca, arañando tierra de la boca de una rambla. Es el inicio de la desaladora de Águilas-Guadalentín, la toma de agua salada que -otra proeza- se convertirá en agua dulce, apta para beber.
Por cierto, que los conductores de estas máquinas se merecen sendos olés. Hay que tener mucha inteligencia para ser capaz de elevar y transportar una barca entre dos bridas, o para mantener el equilibrio de una excavadora cargada de tierra, que se balancea encima de un superflotador. En fin, ya quedó dicho: "¡Lo que inventan los hombres!" Y las mujeres, ahora que por fin se las deja ir más allá de la escoba y del pañal.
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