viernes, 14 de agosto de 2009

Gente que nos ennoblece

Hoy, 14 de agosto, es el día de San Maximiliano María Kolbe. Un hombre digno, con mayúsculas, de aquéllos que demuestran la grandeza a la que nuestra especie puede llegar de vez en cuando.

El padre Kolbe era un fraile católico polaco, nacido a principios del siglo XX. Durante el nazismo fue internado en el campo de exterminio de Auschwitz. En el verano de 1941, como represalia por la fuga de un prisionero, los nazis ordenaron la ejecución de diez personas, elegidas al azar. La forma de asesinarlos iba a ser meterlos en una celda, sin comer ni beber, hasta que se muriesen. Uno de ellos fue un sargento polaco que al verse designado empezó a llorar, diciendo que tenía varios hijos, y que quién se iba a hacer cargo de ellos.

Entonces -tan sólo escribirlo me emociona-, el padre Kolbe dio un paso al frente, se encaró a los nazis y les dijo: "Dejadle a él y matadme a mí en su lugar. Soy un sacerdote y no tengo hijos". Las bestias se lo llevaron a él. Sobrevivió tres semanas en ayuno absoluto; luego, el 14 de agosto de 1941, los nazis lo remataron inyectándole veneno en el corazón.

En 1982, Juan Pablo II lo proclamó santo de la Iglesia Católica. Al acto de canonización asistió el sargento al que había salvado la vida, convertido en un viejecito de 81 años.

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